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  2. Medios de comunicación - Literatura

Rubén Darío, director de revistas hispanoamericanas en París

JULIO 2025

  • Clara María Avilés - UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA

TEMAS : Medios de comunicación - Literatura

ESPACIOS : Europa - América del Sur - América del Norte

PERÍODO : Un Atlántico de vapor

DOI : 10.35008/tracs-0312

RESUMEN

Poeta y diplomático nicaragüense, Rubén Darío dirigió en París las revistas Mundial y Elegancias (1911–1914), escritas en español y destinadas al público hispanoamericano. Ambas funcionaron como puentes culturales entre Europa y América y consolidaron el proyecto modernista en el campo editorial transatlántico.

Entre los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, surgió y se difundió en las letras americanas y españolas el Modernismo como un “movimiento de libertad”1, según lo definió Rubén Darío (1867-1916), uno de sus iniciadores y su representante más importante. Esa corriente estética y cultural, en respuesta a las exigencias de su época, propuso una renovación literaria profunda en formas y temas, y transformó el modo de escribir y leer en el mundo hispánico. En este marco, la prensa periódica difundió los discursos de las elites intelectuales y artísticas sobre la modernización en ambas regiones a orillas del Atlántico y, al mismo tiempo, contribuyó a explicar los cambios sociales, culturales y estéticos de las ciudades, cada vez más expandidas y en constante transformación.

1

Rubén Darío, “Palabras liminares”, Poesía (1986): 179.

En este contexto, la figura de Rubén Darío adquirió una relevancia particular. El polifacético escritor nicaragüense no solo fue uno de los principales impulsores del Modernismo, sino también un articulador clave de las redes intelectuales que lo sostuvieron. Desde su juventud, y en paralelo con su labor como poeta, cuentista y periodista, Darío se desempeñó como diplomático en representación de distintos países de Centroamérica y del Cono Sur (Nicaragua, El Salvador y Colombia), lo que le permitió estrechar vínculos con circuitos culturales transnacionales en ambos márgenes del espacio transatlántico. Su obra, numerosa y profusa tanto en verso (desde Azul, publicado en 1888 en Chile hasta Canto a la Argentina en 1914) como en prosa (España contemporánea y Peregrinaciones, en 1901 así como El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical en 1907), circuló ampliamente en volúmenes y en publicaciones periódicas de distintas partes del mundo, aunque en su mayoría estaban dirigidas a lectores hispanohablantes. Entre ellas, se destacan sus colaboraciones en La Época de Santiago de Chile, la Revista de las Artes y las Letras y El Heraldo de Valparaíso, La Nación, La Tribuna y El Tiempo de Buenos Aires, así como en medios españoles como El Sol de Madrid. El escritor, además, editó la Revista de América y dirigió Mundial Magazine y Elegancias. En este artículo, nos detendremos especialmente en la atracción que ejercieron sobre Darío las revistas culturales y en cómo promovió un diálogo intercontinental entre Francia, España y América a través de Mundial Magazine y Elegancias, las dos revistas ilustradas que dirigió sobre el final de su vida, entre 1911 y 1914.

De lector de revistas a director de La Revista de América (1894)

Desde una temprana edad, Darío mostró un marcado interés por el mundo de las revistas. Su primera experiencia como director editorial se dio en 1894, durante su estadía en Buenos Aires como cónsul de Colombia. Allí, junto al joven poeta boliviano Ricardo Jaimes Freyre, fundó y dirigió la Revista de América, un ambicioso proyecto editorial pensado para alcanzar una proyección transcontinental. Las contribuciones a la Revista de América llegaron desde diversas capitales latinoamericanas, así como desde París. Se destacaron entre ellas las del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, conocido como “el Príncipe de los cronistas”.

Aunque el proyecto impulsado por los escritores modernistas proclamaba entre sus propósitos el deseo de “ser el órgano de la generación nueva que en América profesa el culto del Arte puro, y desea y busca la perfección ideal”2, su publicación se interrumpió tras la aparición del tercer número. A pesar de su corta duración, dejó una huella profunda en la historia editorial del continente. Por ello, si bien su existencia fue efímera debido, principalmente, a la escasez de recursos financieros, la crítica la reconoce como un hito en el desarrollo del Modernismo latinoamericano.

2

La Dirección, “Nuestros propósitos”, Revista de América. Quincenal, de Letras y Artes (1894): 1.

Hacia finales del siglo XX, los proyectos de revistas que alentaba Darío tuvieron que esperar, mientras el poeta-cronista repartía sus días entre la escritura de sus poemarios, sus tareas de diplomático y su labor de cronista para La Nación de Buenos Aires. Entretanto, siguió mostrándose como un ávido lector de diarios y revistas europeos y americanos y también como colaborador con muchos de ellos. En sus artículos para el prestigioso diario porteño, trató sobre revistas finiseculares, especialmente las españolas, francesas y norteamericanas.

Por ejemplo, en “La cuestión de la revista: Magazines e ilustraciones: La caricatura en España”, publicado el 20 de junio de 1899, poco menos de un mes después de haber sido escrito en Madrid; reflexionaba sobre la prensa ilustrada a partir de lo que denominó "El problema de la revista". Las publicaciones periódicas más elogiadas por Darío fueron, en ese entonces, las norteamericanas, que le sirvieron de escuela para las españolas (el asunto del artículo), por ser las más inspiradoras.

Por un lado, Darío sostuvo una postura crítica frente al papel geopolítico de Estados Unidos. En poemas como “A Roosevelt” (1904) o “Los cisnes” (1905), por ejemplo, se mostró defensor del pan-hispanismo cultural y del idioma español, y alertó sobre los riesgos que implicaba, para las jóvenes repúblicas latinoamericanas, el avance del poderío estadounidense sobre la región. Sin embargo, admiraba el desarrollo técnico y visual de las revistas norteamericanas – a las que consideraba el modelo más moderno de la época:

Los Estados Unidos han enseñado al mundo la manera como se hace un magazine conforme con el paso violento del finisecular progreso. Los adelantos de la fotografía y el ansia de información que ha estimulado la prensa diaria, han hecho precisos esos curiosos cuadernos que periódicamente ponen a los ojos del público junto al texto que les instruye, la visión de lo sucedido3.

3

Rubén Darío, “La cuestión de la revista: Magazines e ilustraciones: La caricatura en España”, La Nación (1899): 3.

Sin dudas, el modelo norteamericano fue el que Darío más admiró. A su juicio, fue el que más aportó al desarrollo de las publicaciones periódicas, por la incorporación de técnicas de impresión modernas que transformaron el formato y el lenguaje visual de las revistas. Estos avances, impulsados por los procesos de modernización, generaron una nueva manera de leer y de mirar, y configuraron lo que podríamos llamar una nueva “morfología” de la prensa ilustrada.

Rubén Darío director literario de Mundial y Elegancias (1911-1914)

Como parte de esa circulación de impresos entre las dos orillas del Atlántico, durante el proceso de modernización latinoamericana – que se extendió aproximadamente desde el último cuarto del siglo XIX hasta 1916 – se favoreció una intensa comunicación entre el continente y diferentes regiones de Europa, principalmente las metrópolis y las grandes ciudades modernas de España y Francia, verdaderamente inspiradoras para las naciones americanas más jóvenes.

Darío fue director literario de Mundial Magazine y Elegancias (1911-1914). Ambas revistas ilustradas fueron editadas en París – la cosmópolis mundial y el símbolo de la modernidad y la vanguardia artística – y dirigidas a un público hispanohablante, tanto de esa ciudad como de otras regiones de América y de la península ibérica. Además, buscaron ofrecer a su público una ventana a las novedades culturales, sociales y artísticas del mundo, con especial énfasis en los asuntos vinculados con las élites europeas e hispanoamericanas, en una relación que, desde sus inicios, se propuso como cosmopolita y transatlántica. Pese a haber sido editadas en la capital francesa, ambas estaban escritas en idioma español, debido a que estaban destinadas a un lectorado de modernos y educados hispanohablantes, conformado por hispanoamericanos residentes en París, parisinos hispanohablantes y suscriptores rioplatenses y españoles.

Las publicaciones, nacidas a la par y, en ciertos aspectos semejantes, formaron parte del proyecto editorial y fueron solventadas por tres distinguidos editores y propietarios de medios: los uruguayos empresarios del libro Alfredo y Armando Guido – conocidos bajo el nombre “Guido Fils” – y el fotógrafo y dibujante español Leo Merelo, quien, además de ser propietario de la editorial, se desempeñaba como responsable de la dirección artística de las revistas. Rubén Darío, por su parte, asumió la dirección literaria de Elegancias y Mundial gracias a la recomendación de su colega y amigo Alejandro Sux. En ese entonces, el nicaragüense se encontraba radicado en la capital francesa debido a su trabajo como corresponsal de La Nación.

Las revistas se publicaron entre mayo de 1911 y agosto de 1914, poco después de haberse iniciado la Primera Guerra Mundial. Planteada en sus inicios como una revista quincenal (aunque no pudo luego sostenerse de ese modo por su elevado costo) y orientada al público femenino, la primera entrega de Elegancias vio la luz el 1 de mayo de 1911, mientras que el último número apareció en agosto de 1914. Por su parte, Mundial, que estaba dirigida a un lectorado más general (es decir, predominantemente masculino), demoró quince días más en aparecer, ya que, desde sus inicios, esperaba ingresar en la escena revisteril al final de cada mes.

Elegancias y Mundial se propusieron difundir, desde París, las últimas tendencias culturales europeas. En sus páginas convivían textos literarios, ensayos culturales, crónicas internacionales, reseñas artísticas y publicidades, con contenidos que abarcaban la literatura, las artes plásticas, la música, el teatro, la moda, la vida social, la tecnología, los avances científicos y las nuevas formas de ocio y consumo cultural, todo ello acompañado por un fuerte componente visual. En consecuencia, el deseo editorial no solo respondía a los requisitos de una modernidad en desarrollo, sino que también atendía las demandas de incipientes públicos específicos, como, para el caso de Elegancias, las "lectoras" de principios del siglo XX.

En la contraportada del primer número de Elegancias, advertimos que figura − entre otros datos editoriales − el costo de las suscripciones en París, Buenos Aires y España, respectivamente (sin contar los números exclusivos para Montevideo). Además, aparecen mencionadas allí mismo las empresas encargadas de distribuir los ejemplares en numerosos países de América del Sur (Chile, Paraguay, Panamá, Venezuela, entre otros).

Por su parte, Mundial también se promocionó como una publicación periódica destinada al público hispanohablante. Las referencias a los países de América Latina a los que buscaba llegar fueron más exhaustivas y ambiciosas que en Elegancias. En la primera página, justo después de la tapa de un lujoso papel coloreado, dos columnas enlistaban las veinticuatro naciones a las que estaba destinada: era prácticamente un mapa completo de toda América Central, América del Sur y España. Además, y probablemente porque se trataba de una revista de mayor envergadura, pocas páginas más adelante – una vez superadas las publicidades más importantes –, un anuncio de plana completa detallaba las condiciones de suscripción, con la referencia a los tres grandes centros de distribución (París, Buenos Aires y España) y con información respecto de otras zonas de interés.

Mundial Magazine y Elegancias, las revistas dirigidas por Rubén Darío entre 1911 y 1914, constituyeron una de las expresiones más destacadas del proyecto modernista en el campo editorial. A través de una cuidada selección de contenidos – textos literarios, crónicas internacionales, reseñas culturales y artísticas –, ambas publicaciones buscaron poner en contacto a los lectores hispanohablantes con las corrientes estéticas más recientes que circulaban en Europa, en especial desde París. La propuesta editorial no se limitaba a reproducir modelos europeos, sino que apostaba por una visión cosmopolita de la modernidad, entendida como una forma de participación activa en los circuitos culturales internacionales, en un momento clave del proceso de modernización que tuvo lugar entre el último cuarto del siglo XIX y 1916.

En ese marco, la figura de Rubén Darío resultó central. Su prestigio como escritor, sumado a su experiencia como viajero, diplomático y corresponsal, le permitió construir redes culturales amplias y sostenidas entre América Latina y Europa. Su labor como director literario reafirmó su compromiso con una cultura editorial moderna y transatlántica, atenta a los cambios del arte, la sociedad y los públicos lectores. Tras el cierre de estas publicaciones, y ya afectado por la enfermedad, Darío regresó a Nicaragua, donde falleció en 1916. No obstante, su legado perdura: no solo como uno de los grandes poetas del modernismo, sino también como impulsor y mediador de una cultura impresa dinámica, transatlántica y profundamente moderna.


  1. Rubén Darío, “Palabras liminares”, Poesía (1986): 179.

  2. La Dirección, “Nuestros propósitos”, Revista de América. Quincenal, de Letras y Artes (1894): 1.

  3. Rubén Darío, “La cuestión de la revista: Magazines e ilustraciones: La caricatura en España”, La Nación (1899): 3.

Palabras clave

revistas modernismo literatura latinoamericana

Bibliografía

Ver en Zotero
Ehrlicher, Hanno, and Nanette Rißler-Pipka, eds. Almacenes de un tiempo en fuga revistas culturales en la modernidad hispánica. Sprache & Kultur. Aachen: Shaker, 2014.
Pineda Franco, Adela Eugenia. Geopolíticas de la cultura finisecular en Buenos Aires, París y México: las revistas literarias y el modernismo. Pittsburgh, PA: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2006.

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  • ISSN 2739-6614
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